Decía Nelson Mandela que si le hablas a un hombre en una lengua que entiende, llegas a su mente, pero que si le hablas en su lengua materna, llegas a su corazón.
Este principio
básico de la política lingüística ha tenido una ejemplificación magistral en el
ámbito deportivo durante las últimas semanas, en que distintos clubes de fútbol
han intercambiado mensajes de felicitación en las respectivas lenguas asociadas
a ellos.
Es el caso,
por ejemplo, de los finalistas de la Champions League, que se felicitaban
mutuamente por proclamarse campeones de sus respectivas ligas. De esa forma, la
Juventus F. C. enviaba al F. C. Barcelona este mensaje en las redes sociales:
E incluso este anoche, tras ganar la Copa del Rey y con el triplete a la vista:
Por su parte, nuestro campeón de Liga no había sido menos:
No se trata
únicamente de una muestra de deportividad y guante blanco en las relaciones
entre clubes, sino que constituye un verdadero reconocimiento del poder de las
lenguas y su profunda huella en nuestra identidad. Somos las lenguas que
hablamos, y particularmente somos, a menudo, quienes somos en nuestra lengua
materna, esa que identificamos como propia y en la que nos reconocemos como
hablantes.
Pancarta para Diego Costa en el Mundial de Brasil
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